Un buen bebedor de cerveza no sabe lo que es una resaca

Un buen bebedor de cerveza no sabe lo que es una resaca

«La cerveza, tomada con moderación, es un alimento saludable que aporta beneficios a nuestro organismo y hay detrás toda una cultura». Son las palabras de Carlos Rincón (Mairena del Alcor, 1975), este artesano cervecero que ha convertido una de sus pasiones en motor de su vida.

Creador de «Kráva beer», que toma su nombre del checo en honor a los maestros cerveceros europeos, Rincón ha creado hasta sesenta tipos diferentes de cervezas que mezclan el sabor y el disfrute de esta bebida amarga tan antigua como el pan, con elementos culturales de todo el mundo, y defiende un uso saludable argumentando que «un buen bebedor de cerveza no sabe lo que es la resaca».

Este artesano y viajero incansable explica que su labor como cervecero independiente «es una evolución lógica de alguien que ama y le gusta la cerveza de verdad». Aunque se formó en varios campos y estudió comunicación audiovisual en la Universidad de Sevilla. Llegó incluso a ejercer trabajando en algunos documentales y hasta videos musicales, pero entendió pronto que por ahí no.

Estaba de viaje por la República Checa con unos amigos en 2007, cuando lo tuvo más claro. Pidió una Pilsner Urquell, «la cerveza más imitada de la historia» y allí mismo le sobrevino una revelación o «una sensación de estafa, como si hubiera vivido hasta entonces una mentira, ¿qué era lo que yo bebía?».

Ese fue el punto de inflexión que le llevó a empezar a informarse y se abrió una etapa en la que explica que llegó a probar «cerca de dos mil tipos de cerveza». Con bastante formación y las cosas más claras se fue a Dinamarca a trabajar como cocinero en un restaurante español en Copenhague, y reunir así dinero para montar su propia marca de cerveza.

Allí conoció al maestro Anders Hermund, con el que creó su primera cerveza, «la Kráva Duende», una pale ale de 4,5 grados con lúpulo danés y acento andaluz, que tuvo buena acogida: «fuimos a la tienda de un amigo especialista y le encantó».

En abril de 2012 regresó a Mairena con la furgoneta repleta de cacharros, en vez de ahorros, y cargada de sacos de grano malteado y empezó a producir entre Mazagón, en una vivienda vacía propiedad de la familia, y el sótano de su casa en Mairena del Alcor. Desde entonces hasta ahora ha ido creciendo en posibles y solo el año pasado llegó a elaborar dos mil litros de diferentes Kráva.

Sabor multicultural

Esa pasión por viajar y conocer otras culturas se ve perfectamente reflejada en la multiculturalidad de su cerveza. Ha desarrollado sesenta clases diferentes de Kráva, casi para todos los gustos, entre las que destaca la «Andalusian Pale Ale», que según explica es una perfecta «introducción al mundo del lúpulo. Amarga a la par que refrescante», o la «Kráva Pacheca!», hecha con «jalapeño, pasilla, mulato y morita, chiles mexicanos en una cerveza muy especial que calienta el espíritu».

También destaca la «Kráva Crema de Sueños», que mezcla diez maltas diferentes en ésta súper Stout de trigo «densa y cremosa, para degustar sin prisas», y una de las más especiales, la «Kráva 23», que según su creador, es «una cerveza Barleywine de 12,7 grados con plantas medicinales, goji, romero y jengibre, todo un viaje».

Aunque su dimensión es de empresa familiar, distribuye en bares y organiza catas a través de su página web, que le han llevado a Madrid o Toulouse y defiende lo artesanal contra «el consumo insano de cerveza industrial». Se queja también de lo poco que se apuesta en nuestro país por el emprendimiento «al contrario que en otros países europeos en los que se apoya este tipo de iniciativas», apostilla.

ABC de Sevilla - 17/03/2016

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